Por la importancia que tuvieron en el impulso de la práctica del Ajedrez en la época, les damos un resumen de las cualidades que los hicieron trascender en la historia del juego de las 64 casillas.
José Luís Rabasa ha sido un abogado reconocido durante todo el tiempo que ejerció su profesión y hasta después de cesar en sus servicios, como todos los practicantes de entonces, jugaba Ajedrez por puro entretenimiento en sus ratos libres. Entre sus oponentes era distinguido por la gran memoria que poseía, este elemento lo hacía lucir, un tanto superior, frente a los demás. Nació en 1917 y desde finales de los años 30, cuando era un adolescente, comenzó a visitar la talabartería de Graunt y allí se convirtió en uno de los principales jugadores de Amancio, dominante sistemático de los grupos que pugnaban por la victoria. Entre los cuatro, se alejó de las prácticas en el mismo orden que inició, de primero. Aunque de vez en cuando volvía por los grupos, desde principios del Triunfo de la Revolución era menor su presencia en el mundillo del Ajedrez. En la actualidad, a sus 91 años de edad, es muy difícil entablar una conversación elocuente con él, aún así, en ocasiones da muestra de su gran memoria al reconocer personas del pasado que lo visitan en su casa, incluso es capaz de rememorar ciertos casos donde brindó sus servicios profesionales.
Eduardo Casal Álvarez, nació el 16 de junio de 1922, resulta admirable el hecho de que aprendió el movimiento de las piezas sin que nadie le instruyera, observando a su padre jugar contra Taxi y Juan Izaguirre. Años más tarde se convertiría en uno de los más fuertes jugadores de la época. Eduardo comenzó a trabajar a los 17 años en el la principal industria de la localidad, el Central Azucarero, en este centro desempeñó sus funciones hasta que se jubiló a los 60 años de edad. Conoció del ambiente de la talabartería a través de su maestra, quien era hija del propietario y con menos de 20 años vencía al propio Graunt, a Domingo Castelo, Oscar Oquendo, Bartolito Ross, Nenito Hernández, Rafael Fuentes, Aniceto Lebrato, y a la mayoría de los asistentes. Así, junto a Rabasa, lograron marcar la diferencia entre el nivel de juego de ellos y el de los demás.
Andrés Espeso nació el 4 de febrero de 1934, al igual que Casal, aprendió el juego de manera empírica. Comenzó a jugarlo en el año 51 y al Triunfo de la Revolución formó parte de los primeros torneos que se celebraron dentro y fuera del municipio, tal es el caso del que se realizó en la ciudad de Santiago de Cuba, en el año 63, donde obtuvo un Premio a la Mejor Partida por su desempeño en el tablero. Tenemos que destacar en Andrés un dato que lo diferencia del resto de los jugadores que hicieron historia en esa época, y es que fue él, el primero que se interesó por el estudio de este deporte, recopiló bibliografía y dejó atrás la visión de “entretenimiento” que hasta ese momento primaba sobre ese deporte.
De los cuatro representantes de la época nos queda por mencionar a Frank Fernández, del cual, lamentablemente, se encontraron pocos datos, sin dudas tiene que ver con el hecho de que es él, el único que ha muerto hasta el momento. Según las fuentes consultadas, Frank era un hombre muy culto y de proceder refinado, elocuente. Trabajaba en las oficinas del central y se cuenta que su vivienda llegó a ser un importante centro de reunión para los amantes del Ajedrez.
Cerrando esta etapa prerrevolucionaria podemos reafirmar que en sus inicios, en el municipio tunero de Amancio Rodríguez, el Ajedrez fue practicado por diversión, pues no existían los mecanismos para asumirlo profesionalmente, aún así, dentro de los aficionados se destacaron figuras que pasaron a formar parte indisoluble de la historia del desarrollo del juego ciencia en dicho municipio.
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